Historia y obras de la iglesia de Saint-Eustache
CAPILLA DE SAN LUIS
La capilla está dedicada al rey Luis IX, que reinó de 1226 a 1270. Canonizado en 1285, es más conocido como San Luis. Monarca muy piadoso, mandó construir en París la Santa Capilla para custodiar la preciada reliquia de la corona de espinas. Murió de peste en Damasco durante las Cruzadas.
La vidriera ilustra un episodio de su infancia. El joven Luis, convertido en rey a los doce años, estudia con dos monjes bajo la mirada atenta de su madre, Blanca de Castilla. La minuciosa representación de trajes y objetos refleja el gusto de la época por la Edad Media. Esta vidriera se presentó en la Exposición Universal de 1889 antes de ser instalada en San Eustaquio en 1893.
Pinturas murales de Félix Barrias (1822-1907) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• La consagración de la Santa Capilla.
• San Luis socorriendo a los apestados.
A la derecha:
• La muerte de San Luis.
• La glorificación de San Luis.
Sobre el altar: San Luis orando ante la cruz, óleo sobre lienzo, Félix Barrias.
En el centro: Cristalización #3, vidrio y carbón vegetal, 2014, Pascal Convert (nacido en 1957).
Vidriera: La educación de San Luis, 1893, Charles Champigneulle (1853-1905).
Vidriera restaurada en 2025 con el apoyo de la Fondation Frédéric de Sainte Opportune.
Cristalización #3
Pascal Convert (nacido en 1957)
vidrio, carbón vegetal, 2014
Este Cristo de vidrio, de factura relativamente clásica, se presenta erguido. Su cabeza cae como si acabara de exhalar su último suspiro. Obra que transmite la dimensión sagrada de la de la figura divina, este Cristo de escala casi humana, incompleto como una estatua de la Antigüedad, ha sido sometido a una operación sacrificial de «cristalización», que consiste en transformar una escultura de madera en una escultura de vidrio. Nos parece contemplar el fantasma de «un mar de vidrio mezclado con fuego» (Libro del Apocalipsis de Juan 15, 2).
CAPILLA DE SANTA GENOVEVA
Santa Genoveva, mujer valiente, generosa y piadosa, es la patrona de la ciudad de París. Es célebre por haber exhortado a los parisinos a resistir a la invasión de los hunos, conducidos por Atila en 451. Pichon, amigo y fiel colaborador de Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867), pintó los murales entre 1851 y 1855, salvo la escena de lo alto a la derecha, que data del siglo XVII y cuyo tema no guarda relación con la historia de Genoveva.
Pinturas murales de Auguste Pichon (1805-1900) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• San Germán de Auxerre y san Lupo de Troyes prediciendo a los padres de Santa Genoveva el destino de su hija, 1851.
• Santa Genoveva cura a su madre ciega, 1851.
A la derecha:
• Santa Genoveva distribuyendo pan a los pobres de París, 1855.
• El ángel anuncia a los pastores el nacimiento del Mesías, anónimo, siglo XVII.
Pared izquierda: dos medallones de mármol, escuela francesa del siglo XVII: Cristo y Virgen.
A la derecha, sobre el altar: Tobías y el ángel, óleo sobre madera, 1575, Santi di Tito (1536-1603).
Tobías y el ángel
Santi di Tito (1536-1603)
óleo sobre madera, 1575
En este episodio del Antiguo Testamento, el joven Tobías sostiene un pez del que extraerá la hiel que devolverá la vista a su padre. Le guía el ángel Rafael, que lo conduce de la mano. La soltura del trazo, las siluetas alargadas y danzantes, los drapeados de vivos colores y la gracilidad de los gestos son característicos del estilo del artista florentino Santi di Tito, y en general, del manierismo que marca el final del Renacimiento italiano.
Tobías salió en busca de un buen guía… Afuera encontró a Rafael, el ángel, de pie frente a él, sin sospechar que era un ángel de Dios. (Libro de Tobías 5, 4)
CAPILLA DE SAN VICENTE DE PAÚL
Pintada en el siglo XVII, la capilla fue restaurada y parcialmente repintada por Henri Serrur (1794-1876) en 1850. Recibe el nombre de san Vicente de Paúl (1581-1660), santo popular que fue feligrés de San Eustaquio, aunque anteriormente estuvo dedicada a Santa Ana, madre de la Virgen María. Anne de Monsigot, que encargó y donó la decoración, aparece en primer plano, sentada en los escalones del santuario. Debajo figura el escudo de armas de esta familia de la burguesía mercantil parisina.
Los retratos de san Vicente de Paúl y de su contemporáneo, san Francisco de Sales (1567-1622), sobre el altar, fueron añadidos por Serrur en el siglo XIX.
Pinturas murales del siglo XVII, anónimas, de abajo hacia arriba:
A la izquierda:
• El nacimiento de la Virgen, pintado en monocromo rojo.
• Santa Marta, san Luis y san Juan Bautista.
• San Juan escribiendo el Apocalipsis.
A la derecha:
• San Vicente de Paúl y San Francisco de Sales (por Henri Serrur).
• La presentación de la Virgen en el templo.
• Joaquín recibe la orden de consagrar a su hija a Dios.
A la izquierda: La vida de Cristo, bronce recubierto de oro blanco, 1990, Keith Haring (1958-1990).
Capilla restaurada en 2026 con el apoyo del World Monuments Fund, gracias, entre otros, a Anthony V. Thompson y al Robert W. Wilson Charitable Trust.
La vida de Cristo
Keith Haring (1958-1990)
bronce recubierto de oro blanco, 1990
El artista, fallecido de sida en 1990, quiso que un ejemplar de este tríptico fuera donado e instalado en San Eustaquio como homenaje al importante papel que desempeño la iglesia en el acompañamiento de los enfermos durante aquella terrible epidemia. Un niño, coronado por un corazón y una cruz, domina a la multitud que se agolpa con los brazos extendidos para recibir los rayos y las gotas que descienden del cielo. Esta última creación de Keith Haring, reflejo de su lucha contra la discriminación, simboliza la vida, el renacimiento y la esperanza.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. (Evangelio según San Juan 1, 14).
CAPILLA DE SANTA MARÍA MAGDALENA
Santa María Magdalena es una figura importante del cristianismo, discípula de Jesús mencionada en varias ocasiones en el Evangelio. Las pinturas ilustran los episodios de su vida. El último hace referencia a la leyenda según la cual habría viajado al sur de Francia para vivir como ermitaña en la gruta de Sainte-Baume, que se convertiría después en un santuario. La bóveda está decorada con ángeles músicos que evocan el éxtasis celestial de María Magdalena al escuchar sus cantos.
Pinturas murales del siglo XVII, anónimas, restauradas por Louis Basset (1822-1896) y Étienne-François Haro (1827-1897), de abajo hacia arriba:
A la izquierda:
• Cristo predicando en la casa de santa María Magdalena.
• María Magdalena derramando perfume sobre los pies de Cristo en la casa de Simón.
A la derecha:
• María Magdalena y las santas mujeres en el sepulcro de Cristo.
• María Magdalena retirada en la cueva de Sainte-Baume.
En el centro: Éxtasis de santa María Magdalena, óleo sobre lienzo, antes de 1627, Rutilio Manetti (1571-1639)
Encima del altar: Los ángeles en el sepulcro de santa María Magdalena, óleo sobre lienzo, 1850, Faustin Besson (1821-1882).
Éxtasis de santa María Magdalena
Rutilio Manetti (1571-1639)
óleo sobre lienzo, antes de 1627
Con la cabeza reclinada, los ojos cerrados, la boca entreabierta y el cuerpo inerte, María Magdalena se entrega a una experiencia mística, rodeada de ángeles, uno de los cuales tiende una cruz hacia sus labios. A su lado, una calavera simboliza su renuncia a los bienes materiales y a las vanidades del mundo. Manetti estaba fuertemente influenciado por el estilo del pintor Caravaggio (1571-1610), como se aprecia en el encuadre cerrado de la composición, el intenso claroscuro, el naturalismo de las figuras y el realismo de los pies sucios de María Magdalena.
CAPILLA DE SAN PEDRO EXORCISTA
San Pedro Exorcista fue un mártir cristiano que murió hacia el año 304. Encarcelado a causa de su fe, exorcizó a la hija del director de la prisión, poseída por el demonio, lo que llevo a la conversión de toda su familia y de sus allegados. Al negarse Pedro a renunciar a su fe, el juez ordenó que fuera decapitado tras cavar su propia tumba, para que nadie conociera su emplazamiento.
Los ángeles pintados en la bóveda sostienen los instrumentos de la pasión de Cristo: la cruz, la lanza y la esponja, la corona y el junco.
Al fondo, El entierro de un mártir, cuadro anónimo del siglo XVII, representa posiblemente a Santiago el Mayor, discípulo de Jesús, que murió decapitado.
Pinturas murales de Pierre Delorme (1783-1859) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• La decapitación de san Pedro, 1851.
• San Pedro recibe la corona y la palma del martirio, 1851.
A la derecha:
• San Pedro, en prisión, exorciza a la hija de su carcelero, 1855.
• Cristo en la gloria, 1855.
Sobre el altar: Los peregrinos de Emaús, óleo sobre lienzo, hacia 1608-1611, Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y taller.
Al fondo: El entierro de un mártir, óleo sobre lienzo, siglo XVII.
La restauración de las obras Los peregrinos de Emaús en 2021 y El entierro de un mártir en 2025 fue apoyada por mecenas privados y anónimos de la Fondation Avenir du Patrimoine à Paris.
Los peregrinos de Emaús
Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y taller
óleo sobre lienzo, hacia 1608-1611
Rubens, gran pintor de la escuela barroca flamenca, elige el momento de la revelación divina, cuando Jesús parte el pan y sus compañeros de viaje comprenden que es el Cristo resucitado. El artista plasma con maestría la sorpresa, el asombro y el temor. Realizado tras su estancia en Italia (1600-1608), el cuadro revela la influencia de los maestros italianos, en particular de Caravaggio (1571-1610), en el encuadre ajustado, la teatralidad de la composición, la intensidad dramática y el contraste de luces y colores. La difusión de la obra mediante grabados da fe del éxito de esta pintura de juventud.
CAPILLA DE SAN ANDRÉS
La capilla de San Andrés fue decorada entre 1849 y 1852 por Isidore Pils, autor también del techo de la gran escalera de la Ópera Garnier. Los murales representan el martirio y la glorificación del santo.
Antes de la Revolución, esta capilla estaba dedicada a los artistas, quienes incluso podían vender en ella sus obras. Desde 1809 está destinada a la asociación del Recuerdo de la Charcutería Francesa. En 1943, esta cofradía encargó a Adeline Hébert-Stevens una vidriera dedicada a sus santos patronos, san Andrés y san Antonio. En la parte superior figura el escudo de armas de la ciudad de París junto al de los charcuteros, decorado con un cerdo coronado por tres salchichones sobre fondo azul. En 1989, un incendio destruyó los paneles decorativos de madera de la parte inferior de la capilla, lo que ofreció la posibilidad de crear un nuevo decorado, encargado al artista John Armleder.
Pinturas murales de Isidore Pils (1813-1875), a la izquierda y a la derecha:
• La glorificación de san Andrés.
• El martirio de san Andrés.
Vidriera de la sociedad del Recuerdo de la Charcutería Francesa, 1943, Adeline Hébert-Stevens (1917-1988).
Instalación: Pour paintings, óleo sobre lienzo, vidrio y metal, 2000, John Armleder (nacido en 1948).
Capilla restaurada en 2025. La vidriera fue restaurada gracias al apoyo de la Fondation du Patrimoine.
Pour paintings (2000)
John Armleder (nacido en 1948)
óleo sobre lienzo, vidrio y metal
Instalados en el año 2000, dos grandes lienzos se integran bajo el decorado pintado en el siglo XIX. De colores vivos y resplandecientes con destellos de vidrio, retoman los tonos de las pinturas murales y de la vidriera de la capilla. Clavos de latón pulido incrustados en el parqué evocan el enlosado del deambulatorio. En el centro, un altar de vidrio, suspendido como en levitación, sostiene una urna que acoge cada año la lista de los charcuteros fallecidos. Una cruz luminosa proyectada sobre la pared completa este conjunto que expresa el duelo y la memoria.
CAPILLA DE LOS SANTOS ÁNGELES
Esta capilla fue pintada en 1633 por Antoine Ricard, siendo este su único decorado conocido. Fue encargado por Lucrèce de Montonvilliers, viuda de Charles Du Val. A la izquierda, en la parte inferior, aparecen arrodillados cuatro miembros de la familia de la donante. Se sitúan en el lado de las almas salvadas gracias a la intercesión de santa Lucrecia. Enfrente, la composición de La caída de los ángeles rebeldes encaja perfectamente en el estrecho marco, gracias a la sucesión vertical de cuerpos violentamente precipitados desde el cielo hacia los infiernos.
Pinturas murales de Antoine Ricard (1600 – hacia 1652), restauradas en 1850 por Sébastien Cornu (1804-1870), con, a la izquierda y a la derecha:
• Santa Lucrecia intercediendo ante la Virgen por la familia Du Val, y encima, Jesús apareciendo en la gloria.
• El Padre Eterno y san Miguel fulminando a los ángeles rebeldes, también llamado La caída de los ángeles rebeldes.
Encima del altar: Los santos ángeles llevando a Dios las oraciones de los hombres, óleo sobre lienzo, Armand Cambon (1819-1885), adquirido en el Salón de 1866.
Capilla restaurada en 2010
Inscripción pintada conmemorativa del descubrimiento de pinturas murales del siglo XVII en San Eustaquio
Cuando comenzó la restauración del edificio en 1849, fue en esta capilla donde se descubrieron por primera vez pinturas murales del siglo XVII, hasta entonces invisibles porque estaban cubiertas de cal. Una inscripción pintada en letras doradas lo atestigua: «LAS PINTURAS DE ESTA CAPILLA / EJECUTADAS HACIA LA MITAD / DEL SIGLO XVII / Y REDESCUBIERTAS BAJO LA CAL / EN MDCCCXLIX / FUERON RESTAURADAS POR OBRA / DE LA ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL / DE LA CIUDAD DE PARÍS / EN MDCCCL», (1850).
CAPILLA DE SANTA ANA
Esta capilla está dedicada a santa Ana. El cuadro de Leman destaca su labor educativa. Los murales fueron pintados por Hippolyte Lazerges en 1855. Los daños causados por filtraciones de agua borraron la parte superior de la escena –un ángel recibiendo el alma de santa Ana– que, por falta de fuentes visuales, no pudo restaurarse.
Al igual que en las dos capillas siguientes, la vidriera del pintor y maestro vidriero Prosper Lafaye, compuesta por un armonioso conjunto de ornamentos de estilo renacentista y delicados colores, se hace eco del estilo del edificio.
Pinturas murales de Hippolyte Lazerges (1817-1887) con, a la izquierda y a la derecha:
• Santa Ana consagra a su hija a Dios.
• La muerte de santa Ana.
Sobre el altar: La educación de la Virgen, óleo sobre lienzo, Jacques-Edmond Leman (1829-1888).
A la derecha: Tumba de Marin Cureau de la Chambre (1594-1669), mármol, hacia 1670-1680, Jean-Baptiste Tuby (1635-1700).
Vidriera (1866-1869) con motivos decorativos de estilo renacentista, Prosper Lafaye (1806-1883).
Capilla restaurada en 2021
Tumba de Marin Cureau de la Chambre (1594-1669)
Jean-Baptiste Tuby (1635-1700)
mármol, hacia 1670-1680
Marin Cureau de la Chambre fue médico y filósofo, consejero y médico ordinario del rey Luis XIV, quien le tenía plena confianza y le profesaba un gran afecto. Erudito, fue uno de los primeros miembros de la Academia Francesa en 1634. Apasionado por el estudio del carácter de las personas, supuestamente vinculado a la fisonomía, ingresó en la Academia Real de Ciencias en 1666. Su tumba, encargada por su hijo Pierre, lo representa en un medallón sostenido por la figura de la inmortalidad.
Obra restaurada en 2020
CAPILLA DE SANTA INÉS
Santa Inés fue la primera patrona de la iglesia, antes que San Eustaquio. La leyenda de Inés de Roma, quien supuestamente vivió en el siglo IV, cuenta que la joven adolescente se negó a casarse con el hijo del prefecto de Roma porque, convertida al cristianismo, quería consagrarse a Dios. Furioso, el prefecto la condenó a diversos suplicios de los que Dios la libró en cada ocasión: su cabello creció milagrosamente cuando la desnudaron en público y el fuego se volvió contra sus verdugos cuando la condujeron a la hoguera. Finalmente, murió degollada. Vauchelet pintó los murales entre 1850 y 1852. En el muro compartido con la capilla de Santa Ana, la decoración de la parte superior ha desaparecido definitivamente debido a antiguos daños causados por el agua.
Pinturas murales de Théophile Vauchelet (1802-1873) con, a la izquierda y a la derecha:
• El voto de santa Inés.
• El martirio de santa Inés.
Sobre el altar: Lamentación sobre Cristo muerto, óleo sobre lienzo, hacia 1655-1660, Luca Giordano (1634-1705).
Vidriera (1866-1869) con motivos decorativos de estilo renacentista, Prosper Lafaye (1806-1883).
Capilla restaurada en 2011
Lamentación sobre Cristo muerto
Luca Giordano
óleo sobre lienzo, hacia 1655-1660
Aunque Giordano solía pintar grandes formatos para iglesias y palacios napolitanos del siglo XVIII, compone aquí una obra de intensa fuerza dramática gracias al encuadre cerrado. José de Arimatea y Nicodemo depositan cuidadosamente el cuerpo de Jesús en el suelo. La mirada desesperada y el dolor mudo de la Virgen María contrastan con la devoción apasionada de María Magdalena, que besa los pies de Jesús atravesados por los clavos, visibles en primer plano.
CAPILLA DEL SAGRADO CORAZÓN
Fue bajo Clemente XIII (1693-1769), papa desde 1758, cuando se propuso la definición del Sagrado Corazón: una devoción al corazón de Jesucristo, símbolo del amor divino con el que Dios asumió la naturaleza humana y entregó su vida por los hombres. El Sagrado Corazón se representa tradicionalmente con Jesús sosteniendo su corazón radiante, rodeado de la corona de espinas, debajo de una cruz, recuerdo de su pasión y del don de su vida. En 1856, el papa Pío IX (1792-1878) extendió la devoción al Sagrado Corazón a toda la Iglesia católica. Resulta lógico, pues, que en el momento en que este tema se debatía, se consagrara una capilla al Sagrado Corazón.
Pinturas murales de Charles-Philippe de Larivière (1798-1876) con, a la izquierda y a la derecha:
• La adoración del corazón de Jesús.
• El corazón de María, 1855.
En la pared izquierda: El Sagrado Corazón, óleo sobre lienzo, 1868, de Ferdinand Humbert (1842-1934).
En el centro: relieve del altar La aparición de Cristo a Margarita María Alacoque, piedra y dorado.
Escultura: El Cristo del Sagrado Corazón, escayola dorada.
Vidriera (1865-1866) con arabescos de colores, realizada en 1866 por Gaspard Gsell (1814-1904) y Emile Laurent (1802-1863).
Capilla restaurada en 2011
CAPILLA DE LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Anteriormente conocida como capilla del Santo Sepulcro, en referencia a la tumba de Cristo, más tarde pasó a llamarse capilla de las Almas del Purgatorio, en relación con el culto a las almas de los difuntos en espera del reino de Dios.
En Jesús descendiendo al limbo, el artista Magimel representa el momento entre la muerte y la resurrección de Jesús. Rodeado de David y Moisés, llega al lugar donde residen las almas de los muertos, representadas por figuras agachadas e implorantes.
Etex relata en sus memorias que, para su escultura de un Cristo flagelado, coronado de espinas y con las manos atadas, Baltard le había encargado inicialmente un Cristo en la columna. Como el nicho era demasiado ancho, tuvo que añadir dos ángeles para llenarlo. La composición fue aceptada pero el Ayuntamiento se negó a pagarle las dos figuras suplementarias.
Pinturas murales de Albert Magimel (1799-1877) con, de izquierda a derecha:
• El Padre Eterno.
• Jesús descendiendo al limbo, coronado por El cordero místico, 1855.
El frente del altar está adornado con un relieve de Cristo en el huerto de los Olivos, piedra.
En la pared izquierda, sobre el altar: Ecce Homo, 1857, piedra, de Antoine Etex (1808-1888).
A la derecha: La resignación, mármol, 1857, Emile Chatrousse (1829-1896).
Capilla restaurada en 2009
La resignación
Emile Chatrousse (1829-1896)
mármol, 1857
Chatrousse expresa la resignación a través de la figura de una anciana abrazada a la cruz que se alza sobre una tumba. Su rostro, descompuesto por el dolor, se vuelve hacia el cielo. En la base está grabada una frase del Evangelio de Mateo (5, 4): “Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados”. El modelo en escayola de esta obra tuvo el honor de ser presentado en la Exposición Universal de 1855, y el mármol se expuso después en el Salón de 1859, antes de llegar a la iglesia de San Eustaquio, para la cual había sido encargado.
CAPILLA DE LOS SANTOS INOCENTES
Antaño dedicada a san José, esta capilla evoca episodios de su vida. A la izquierda, su matrimonio con María bajo la forma de un grupo escultórico; a la derecha está pintado el episodio del sueño de José. Mientras trabaja en su taller de carpintería, se le aparece un ángel portando un lirio. Le dice que no tema tomar a María por esposa, pues el niño que lleva en su vientre procede del Espíritu Santo. Le anuncia que dará a luz un hijo al que deberá llamar Jesús, quien salvará a su pueblo de sus pecados. Estas pinturas, comenzadas por Barre, fueron concluidas por Gourlier en 1855, año en que Barre sucedió a su padre como grabador general de monedas. También fue responsable del grabado de los sellos de correos franceses, por lo que tuvo que abandonar su carrera como pintor.
El altar de la capilla está dedicado a los santos inocentes, los niños asesinados por Herodes con el fin de eliminar al Niño Jesús. Pero, también en un sueño, el ángel ya había advertido a José que debía huir con su familia para escapar a la masacre.
En la pared izquierda, sobre el altar: El matrimonio de la Virgen, piedra, de Henri de Triqueti (1803-1874).
Pinturas murales de Désiré-Albert Barre (1818-1878), concluidas por Paul-Dominique Gourlier (1813-1869) con, a la izquierda y a la derecha:
• Dos ángeles arrodillados ante el arca de la alianza.
• El sueño de san José, y encima David.
Capilla restaurada en 2009
El matrimonio de la Virgen
Henri de Triqueti (1804-1874)
Piedra de Tonnerre, 1859
Contrariamente a la tradición, Triqueti no representa al sumo sacerdote que preside la unión de la pareja, sin duda porque una tercera figura habría desequilibrado la composición de la escena, en la que José y María aparecen cada uno bajo un arco. El escultor se esmeró en representar la tradición judía del matrimonio, celebrado bajo el dosel nupcial (jupá) que simboliza el nuevo hogar. José parece proteger a María con su talit (manto de oración), en un gesto muy tierno que sugiere une bendición.
CAPILLA DE SANTA CECILIA
Santa Cecilia es la patrona de los músicos. Joven noble romana prometida en matrimonio, convirtió al cristianismo a su esposo y a su hermano. Arrestada, fue condenada a la decapitación por negarse a renunciar a su fe. El verdugo la golpeó tres veces, hiriéndola gravemente, pero como la ley romana prohibía un cuarto golpe, la dejó agonizar durante tres días.
Dos placas recuerdan que en San Eustaquio se celebraron los funerales de Jean-Philippe Rameau (1683-1764) y de la madre de Mozart. Fue en 1778, durante la tercera estancia parisina del compositor, cuando Anna Maria Mozart (1720-1778) cayó enferma y murió. Una copia del busto de Rameau realizado por Caffieri fue instalada en 1933, confirmando la importancia que tiene la música en esta iglesia.
A la izquierda, de abajo arriba:
• El cuerpo de santa Cecilia, óleo sobre cartón, hacia 1887, Léon Balze (1818-1909).
• Santa Cecilia y san Tiburcio coronados, óleo sobre lienzo, 1858, Léon Brunel-Rocque (1822-1871).
• Santa Cecilia, piedra, Pierre-Marie Froget (1814-1870).
• Santa Cecilia con la espada de su martirio y san Leonardo, pintura mural del siglo XVII.
A la derecha:
• Busto de Jean-Philippe Rameau, bronce, fundición del siglo XX, según Jean-Jacques Caffieri (1725-1792).
Capilla restaurada en 2006
El cuerpo de santa Cecilia
Léon Balze (1818-1909)
óleo sobre cartón, 1887
La pintura al pie del altar reproduce fielmente la célebre escultura de Stefano Maderno (1566-1636) que se encuentra en la iglesia de Santa Cecilia en Trastevere (Roma). Los restos de la joven santa fueron hallados en 821 en las catacumbas de San Calixto y trasladados al barrio del Trastevere, en la iglesia reconstruida para albergarlos. Su cuerpo, exhumado durante unas excavaciones en 1599, apareció intacto y en su posición original. Así lo esculpió Maderno y lo pintó Léon Balze (1818-1909) en 1887.
CAPILLA DEL CALVARIO
Un gran Cristo en la cruz flanqueado por dos ángeles arrodillados impresiona por la vivacidad de sus colores. A cada lado se alzan las estatuas de san Francisco de Asís y san Antonio de Padua, santos muy populares cuyas efigies se encuentran con frecuencia en las iglesias.
La vidriera representa a los santos patronos de la Tercera Orden franciscana, que reúne a asociaciones de fieles afines a esta orden. Entre ellos figuran el rey san Luis, portando la reliquia de la santa corona de espinas; san Francisco de Asís, fundador de la orden; san Antonio de Padua; santa Isabel de Hungría, patrona de la Tercera Orden; y detrás de ella, santa Clara, amiga de san Francisco y fundadora de las clarisas, orden femenina mendicante. También aparecen el papa Inocencio III, reconocible por su tiara, que aprobó la regla de la orden en 1210, y Juana de Arco, otra terciaria franciscana.
El Cristo en la cruz y dos ángeles, cartón piedra pintado al natural, siglo XIX.
San Francisco de Asís y san Antonio de Padua, escayola pintada.
Vidriera, Los santos protectores de la Tercera Orden, 1893, Charles Champigneulle (1853-1805).
Capilla restaurada en 2006
CAPILLA DE LA CIUDAD DE PARÍS
En 1844, un incendio en San Eustaquio destruyó el órgano y el primer tramo de la nave de la iglesia. El edificio quedó gravemente dañado y ennegrecido por el humo. Victor Baltard (1805-1874), arquitecto galardonado con el Premio de Roma, e incorporado al Ayuntamiento en 1842, recibió el encargo de restaurar la iglesia. Reconstruyó el órgano y diseñó un nuevo púlpito, el altar mayor, el mobiliario de la capilla de la Virgen y toda la iluminación. Restauró las seis capillas que aún conservaban pinturas murales del siglo XVII y decoró todas aquellas que permanecían sin pintar, dando al edificio el aspecto que hoy conocemos. Al mismo tiempo, se le encargó construir el nuevo mercado cubierto de alimentación, para el cual hizo levantar, entre 1852 y 1872, doce pabellones. Estos fueron demolidos en 1969 cuando el mercado de Les Halles se trasladó a Rungis, salvo uno, que se conservó y reconstruyó en Nogent-sur-Marne, rebautizado Pabellón Baltard.
Capilla restaurada en 2006
Juana de Arco sosteniendo su estandarte
André César Vermare (1869-1949)
piedra, 1922
Desde principios del siglo XIX y, especialmente, durante la Primera Guerra Mundial, Juana de Arco se convirtió en símbolo patriótico y de resistencia. Muerta en 1431, no fue canonizada hasta 1920. Vermare la representa como una guerrera, vestida con armadura y alzando su estandarte con gesto decidido. El primer ejemplar en mármol de esta obra fue presentado en 1909 en la iglesia de San Luis de los Franceses (Roma) coincidiendo con la beatificación de la joven pastora. La escultura, reproducida en casi 30.000 iglesias de Francia, da cuenta de la inmensa popularidad de la santa.
CAPILLA DE SAN JUAN BAUTISTA
La capilla de San Juan Bautista alberga la pila bautismal. El cuadro de la Adoración de los Reyes Magos es una copia del siglo XVIII de la obra de Rubens (1577-1640), pintada hacia 1617-1618 y conservada en el Museo de Bellas Artes de Lyon.
Pinturas murales de Pierre-Charles Marquis (1798-1874) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• Cristo encomienda a los apóstoles la misión de evangelizar el mundo.
• Moisés en el monte Sinaí, 1852.
A la derecha:
• Cristo en el estanque de Bethesda, 1856.
• El bautismo de Cristo.
• Adoración de los Reyes Magos, óleo sobre lienzo, siglo XVIII, copia según Pedro Pablo Rubens (1577-1640).
CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS SIETE DOLORES
El nombre de la capilla alude a los sufrimientos padecidos por la Virgen María desde el nacimiento de Jesús hasta su muerte. El altar está adornado con un grupo escultórico, una Piedad o Descendimiento de la cruz, el doloroso momento en que la Virgen recibe en su regazo a su hijo muerto. Debajo, el relieve evoca la muerte de José, otro momento doloroso para María.
Léon Riesener, autor de los murales, era nieto del célebre ebanista de la corte del rey Luis XVI, Jean-Henri Riesener (1734-1806), y primo de Eugène Delacroix (1798-1865). Las escenas de la vida de Cristo pintadas en los muros dialogan con la vidriera añadida a finales del siglo XIX, dedicada a los siete dolores de la Virgen.
Pinturas murales de Léon Riesener (1808-1878) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• La presentación en el templo.
• El descanso en Egipto, 1857.
A la derecha:
• Cristo en el camino del Calvario.
• Cristo en la cruz.
Frente del altar: La muerte de san José, piedra parcialmente dorada, siglo XIX.
Sobre el altar: Piedad, piedra.
Vidriera de los Siete dolores de la Virgen, 1893, Charles Champigneulle (1853-1905).
Vidriera de los Siete dolores de la Virgen
Charles Champigneulle (1853-1905)
vidrio y plomo, 1893
Esta vidriera está organizada en escenas, como un retablo. Los ocho paneles están coronados por la glorificación de san José. De izquierda a derecha y de abajo arriba, se representan: la huida a Egipto (1); la profecía de san Simeón (2); el Niño perdido y hallado en el templo (episodio de Jesús entre los doctores) (3); el encuentro de Jesús con la Virgen camino del Calvario (4); el Calvario con el reparto del manto (dos paneles que forman una sola escena) (5); la deposición de la cruz (6); y la sepultura (7). El conjunto pone de relieve los dolores de la Virgen vinculados a distintos episodios de la vida de Cristo.
CAPILLA DE SAN JOSÉ
Dedicada a san José desde 1878, esta capilla sufrió importantes infiltraciones de agua que borraron prematuramente parte de las pinturas del siglo XVII. En la parte inferior aún se conservan escenas de esa época: a la izquierda, Cristo caminando con los peregrinos de Emaús, y encima, los apóstoles que asisten a La asunción de la Virgen; a la derecha, los ángeles y soldados alrededor de la tumba vacía de Cristo. El pintor Louis Basset (1822-1896) restauró estas escenas y recreó íntegramente las partes superiores desaparecidas, la Virgen de la Asunción a la izquierda y el Cristo resucitado a la derecha.
Un cuadro poco común de Boinard, Exvoto a la Virgen, sustituye al antiguo retablo desaparecido que se encontraba bajo la escena de la resurrección. Esto explica la ausencia de pinturas murales en esa zona, a diferencia de la pared izquierda.
Pinturas murales del siglo XVII, anónimas, con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• Cristo caminando con los peregrinos de Emaús.
• La asunción de la Virgen.
A la derecha:
• La resurrección de Cristo.
• Exvoto a la Virgen, óleo sobre lienzo, 1710, Jean Boinard (1633-1711).
En el centro: San José, piedra, atribuido a Henri-Charles Maniglier (1826-1901).
Capilla restaurada en 2023 con el apoyo del World Monuments Fund y en particular gracias al Robert W. Wilson Charitable Trust, a la Selz Foundation y a Alice Goldet.
CAPILLA DE SAN EUSTAQUIO
La capilla está dedicada a san Eustaquio desde 1803. Sus reliquias se conservan en el relicario con forma de cruz griega expuesto en el centro del muro del fondo.
Los murales de Le Hénaff, encargados en 1852, relatan la leyenda del santo: un general romano que, al disponerse a matar a un ciervo durante una cacería, vio un crucifijo entre sus astas. Reconoció en él al Dios de los cristianos y se convirtió junto con su familia. Todos fueron condenados por el emperador Adriano a causa de su fe y murieron escaldados como mártires. El artista pintó el episodio del martirio justo cuando un cuadro de Simon Vouet sobre el mismo tema, que formaba parte del antiguo retablo del coro, fue adquirido por la Prefectura del Sena y volvió a instalarse en la iglesia en 1855.
Pinturas murales de Alphonse Le Hénaff (1821-1884) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• La vocación de san Eustaquio, 1855.
• El bautismo de san Eustaquio.
A la derecha:
• El exilio de san Eustaquio.
• El martirio de san Eustaquio.
CAPILLA DE SAN LUIS GONZAGA
Luis Gonzaga (1568-1591), miembro de una ilustre y poderosa familia italiana, renunció a gobernar el ducado de Mantua en favor de su hermano menor para consagrarse a la vida religiosa. Cuando en 1591 se declaró una epidemia de peste en Roma, el joven jesuita se entregó al cuidado de los enfermos. Contagiado por la enfermedad, murió a los 23 años.
Esta capilla perteneció a la familia Colbert, como lo demuestra su escudo de armas representado en la entrada. En el interior se encuentra la imponente tumba de Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), ministro de Finanzas de Luis XIV. Sus exequias fueron celebradas de noche, bajo la protección de arqueros, debido a su impopularidad.
Pinturas murales de Jean-Louis Bézard (1799-1881) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• San Luis Gonzaga renuncia a su familia y a sus bienes.
• La primera comunión de san Luis Gonzaga, 1851.
A la derecha:
• San Luis Gonzaga ayudando a los enfermos, 1855.
• El éxtasis de san Luis Gonzaga.
Tumba de Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), mármol y bronce, 1687, Antoine Coysevox (1640-1720) y Jean-Baptiste Tuby (1635-1700).
Tumba de Jean-Baptiste Colbert (1619-1683)
Antoine Coysevox (1640-1720) y Jean-Baptiste Tuby (1635-1700)
mármol y bronce, 1687
Colbert fue un prestigioso mecenas y feligrés de San Eustaquio. Su tumba fue diseñada por Charles Le Brun (1619-1690), primer pintor del rey, y ejecutada por destacados escultores reales. La figura orante de mármol blanco, vestida con el manto y el collar de la Orden del Espíritu Santo, se alzaba frente a un ángel sentado, desaparecido durante la Revolución francesa. A cada lado del sarcófago de mármol negro se sitúa una virtud alegórica, la fidelidad y la piedad. El conjunto combina la belleza de los materiales, la teatralidad de las figuras y el realismo de la representación del difunto.
Capilla restaurada en 2020
CAPILLA DEL CATECISMO
Originalmente dedicada a san Miguel, esta capilla perteneció a la familia de los duques de Orleans, cuyo escudo de armas con flores de lis aún se distingue en la entrada. En el siglo XVIII se perforó la pared del fondo para crear un espacio que primero se utilizó como sacristía y sala del tesoro, antes de dedicarse al catecismo. De aquella época se conserva una hermosa verja de hierro forjado, parcialmente dorada, y la escalera de piedra de doble hélice que conduce a la puerta de la capilla.
Los murales, realizados por Emile Signol (1804-1892) entre 1850 y 1852, reflejan la nueva función de la capilla: a la izquierda, Jesús entre los doctores y, encima, la figura de La teología. Al fondo, Santa Catalina y Santa Úrsula enmarcan la puerta coronada por La Virgen y dos ángeles adoradores. A la derecha, Jesús bendiciendo a los niños y La Caridad. En la bóveda, los cuatro evangelistas –Mateo, Marcos, Lucas y Juan– aparecen sostenidos por ángeles entre nubes.
Pierre de Bérulle (1575-1629), clérigo, político, pensador y autor espiritual, fundó en 1611 la Sociedad del Oratorio de Jesús en Francia, inspirada de la congregación del Oratorio creada en 1575 en Roma por Felipe Neri (1515-1595). Fallecido repentinamente, fue enterrado en la iglesia real del Oratorio del Louvre, pero su tumba, realizada por Michel Anguier (1612-1686), fue destruida durante la Revolución; solo se conserva el busto, trasladado a San Eustaquio, parroquia confiada a los oratorianos de 1922 a 2025, ya que la iglesia del Oratorio fue transformada en templo protestante en 1811.
CAPILLA DE LA MISERICORDIA
La Puerta de la Misericordia se encuentra en la capilla del mismo nombre. Aunque este acceso es discreto, se utiliza con frecuencia pues comunica directamente con la zona más animada del barrio. Allí se levantaron entre 1852 y 1874 los pabellones de Les Halles, diseñados por Victor Baltard (1805-1874), para albergar el mercado de alimentos más importante de la capital –descrito como el «vientre de París», hasta entonces instalado al aire libre. Destruidos –o trasladados, en el caso de dos de ellos– entre 1971 y 1974, los pabellones permanecen muy presentes en la memoria parisina.
El enorme vacío dejado por su demolición permitió construir la estación subterránea Châtelet–Les Halles, verdadero nudo ferroviario donde se cruzan tres líneas de tren de cercanías (RER) y cinco líneas de metro.
Encima de la estación se construyó el Forum des Halles, renovado arquitectónicamente en 2016 con la creación de una nueva estructura dedicada al comercio: la Canopée. Obra de los arquitectos Patrick Berger (n. 1947) y Jacques Anziutti (n. 1947), esta estructura se abre hacia el jardín Nelson-Mandela, que la conecta con la Bolsa de Comercio – Colección Pinault.
Pinturas murales de la Puerta de la Misericordia
Eugène-Jean Damery (1823-1853) y Victor Biennoury (1823-1893)
óleo sobre piedra, 1850-1854
La Puerta de la Misericordia se abrió en el siglo XIX y la decoración de la antigua capilla erigida por la familia Richelieu (cuyo blasón aún puede verse) desapareció. Los murales fueron pintados por Damery y concluidos tras su muerte por Biennoury. En consonancia con el nombre del lugar, los artistas representaron obras de misericordia, es decir, de caridad. A la derecha, Limosna a los pobres, y a la izquierda, Visita a los prisioneros, cuya composición se inspira de La liberación de san Pedro, fresco pintado en 1513-1514 por Rafael (1483-1520) en el Vaticano (Roma).
CAPILLA DE LA VIRGEN
A excepción de la grácil Virgen con el Niño del siglo XVIII, obra de Jean-Baptiste Pigalle (1714-1785) en lo alto del altar mayor, la decoración de la capilla más grande del edificio fue encargada posteriormente por el arquitecto Victor Baltard (1805-1874). Thomas Couture (1815-1879) realizó las pinturas murales entre 1851 y 1856. Eligió el tema de las letanías de la Virgen, oraciones meditativas. Representó a María, madre del Salvador, enmarcada a la izquierda por María, estrella de la mañana, y a la derecha por María, consoladora de los afligidos. Con la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854, el culto mariano adquirió un nuevo impulso. Para dar mayor amplitud a las pinturas, se eliminó una hilera de vidrieras (1841); solo se conservan las de los vanos superiores realizadas en 1841 por Étienne Thévenot (1797-1862), a partir de cartones (modelos) de Auguste Hesse (1795-1869). En la entrada de la capilla, finas columnas sostienen las estatuas El ángel Gabriel y El arcángel san Miguel venciendo al demonio, realizadas en 1856 por Joseph-Marius Ramus (1805-1888).
Virgen con el Niño
Jean-Baptiste Pigalle (1714-1785)
mármol, 1748
Encargada en 1745 para la capilla de la Virgen de la iglesia de San Luis de los Inválidos, esta escultura fue retirada en 1794 por los revolucionarios, vendida en 1799 y adquirida en 1804 por el párroco de San Eustaquio para sustituir a la Virgen anterior, desaparecida durante la Revolución. Esta Virgen de Pigalle, artista muy célebre en su época, es admirada por la gracia de su movimiento, la dulzura de su rostro, la naturalidad del Niño Jesús y la delicadeza de los drapeados esculpidos.
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo. (Evangelio según san Mateo 1, 23 y Libro de Isaías 7, 14).
Obra restaurada en 2023 con el apoyo de la Fundación Frédéric de Sainte Opportune.
CAPILLA DE LA REDENCIÓN
Pinturas murales de Auguste-Barthélémy Glaize (1807-1893) con, de abajo arriba:
A la izquierda:
• Adán y Eva expulsados del paraíso terrenal.
• Cristo en la cruz.
A la derecha:
• El cautiverio en Babilonia.
• El nacimiento de Cristo.
En el reverso de la fachada, a la izquierda, dos cuadros superpuestos:
• Las bodas de santa Cecilia, óleo sobre lienzo, Nicolas Delobel (1693-1763).
• La muerte de santa Mónica, óleo sobre lienzo, 1812, Armand Julien Pallière (1784-1862).
EL GRAN ÓRGANO DE SAN EUSTAQUIO
A la izquierda de esta capilla, en lo alto:
El órgano fue instalado en 1854 tras el incendio de 1844 que destruyó el instrumento anterior. La caja fue diseñada por Victor Baltard. Está adornada con tres estatuas de madera de Eugène Guillaume (1822-1905): Saúl y David, reyes de Israel y músicos, y santa Cecilia en el centro, patrona de los músicos.
El órgano de la iglesia de San Eustaquio, célebre en todo el mundo, es uno de los más grandes de Francia: cuenta con sus 101 registros, que representan 147 rangos y 8000 tubos, y ofrece así una riqueza sonora excepcional.
TRANSEPTO SUR
Victor Baltard realzó el amplio espacio central del transepto, lugar de paso entre la nave y el deambulatorio, con una decoración monumental y simétrica.
La vidriera de 1866, realizada en los talleres de Gaspard Gsell (1814-1904), representa La adoración del Niño Jesús. Emile Signol (1804-1892) pintó entre 1854 y 1860 los murales de La sepultura de Cristo y La resurrección. Los completó con dos virtudes cardinales en medallones: La templanza y La justicia –esta última destruida por un incendio– y con las figuras de los evangelistas san Marcos y san Juan en los muros laterales.
En 1857, Jean de Bay (1802-1862) realizó las estatuas de seis apóstoles. Debajo, unos relieves en terracota esmaltada realizados por Joseph Devers (1858-1859) representan a personajes vinculados con la música, tema central en la iglesia de San Eustaquio: san Ambrosio, que introdujo el canto de himnos en la liturgia, y san Gregorio Magno, considerado el creador del canto gregoriano. Por último, en el centro de la puerta se conserva una estatua de san Juan, que data del siglo XV y constituye el único vestigio de la iglesia anterior.
Transepto sur restaurado en 2019
TRANSEPTO NORTE
Victor Baltard realzó el amplio espacio central del transepto, lugar de paso entre la nave y el deambulatorio, con una decoración monumental y simétrica. La vidriera de 1841, realizada en los talleres de Étienne Thévenot, representa la Visitación de la Virgen María por el ángel Gabriel.
Entre 1854 y 1860, Emile Signol (1804-1892) pintó los murales que representan episodios de la pasión de Cristo: La Virgen en el camino del Calvario y Cristo en la cruz. Añadió dos virtudes cardinales en sendos medallones: La prudencia y La fortaleza, así como las figuras de los evangelistas san Lucas y san Mateo en los muros laterales. En 1857, Gustave Crauk (1827-1905) y Honoré Husson (1803-1864) realizaron las estatuas de seis apóstoles. Debajo, unos relieves en terracota esmaltada realizados por Joseph Devers en 1859 representan personajes relacionadas con la música, tema central en la iglesia de San Eustaquio: santa Cecilia, patrona de los músicos, y el rey David, reconocible por su arpa. En el centro de la puerta, una estatua de santa Inés, obra de Eugène Delaplanche (1836-1891), recuerda que la iglesia estuvo inicialmente dedicada a ella.
Transepto norte restaurado en 2021
El papa Alejandro I distribuyendo agua bendita
Eugène Bion (1807-1860)
Pila de agua bendita, escayola, 1834
Esta pila monumental es de gran originalidad. Está coronada por un grupo escultórico tan voluminoso que apenas deja ver el receptáculo. Fue bajo el pontificado de Alejandro I (107-116) cuando se generalizó el uso del agua bendita mezclada con sal para purificar las casas. Este papa fue martirizado y decapitado por los romanos. La obra, concebida en escayola, nunca se fabricó en mármol. La cubierta metálica del cuenco permite, sin embargo, su utilización.
Obra restaurada en 2020
Aquí estoy, Señor
Dhewadi Hadjab (nacido en 1992)
óleo sobre lienzo, 2024
Admirador de Caravaggio (1571-1610) y de las coreografías de Pina Bausch (1940-2009), Dhewadi Hadjab ofrece en cada vestíbulo una lectura contemporánea de la conversión de san Pablo. Aquí, el momento en que el santo se levanta: tras su caída (la primera parte del díptico está expuesta en el otro vestíbulo), Saulo de Tarso – el futuro san Pablo– permaneció ciego durante tres días. Atormentado, comprendió su error y renunció a perseguir a los cristianos (Libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 10). Hadjab aborda este episodio con un estilo hiperrealista, muy arraigado en nuestro tiempo.
Caí al suelo y oí una voz
Dhewadi Hadjab (n. 1992)
óleo sobre lienzo, 2024
Deslumbrado por una luz celestial de la que intenta protegerse, un joven cae de espaldas. Dhewadi Hadjab, admirador de Caravaggio (1571-1610) y de las coreografías de Pina Bausch (1940-2009), ofrece una lectura contemporánea de la conversión de san Pablo en dos pinturas presentadas en sendos vestíbulos. Se inscriben en la gran tradición de la pintura histórica y religiosa. Hadjab representa aquí la caída de Saulo de Tarso – el futuro san Pablo– antes recuperarse, al cabo de tres días de ceguera, y de convertirse al cristianismo (Libro de los Hechos de los Apóstoles 22, 7).
La adoración de los pastores
Jacopo Robusti, llamado Tintoretto (1518-1594)
óleo sobre lienzo, hacia 1555-1560
En un vasto paisaje, la Virgen María, apoyada en el buey, muestra al Niño recién nacido a un joven pastor arrodillado; otro está rezando detrás de José. Los contrastes de luz, los contornos blancos alrededor de José, los colores vivos y cálidos, así como la originalidad de la composición, son características propias del arte de Tintoretto, pintor veneciano célebre por su rapidez de ejecución y su pincelada enérgica. Esta fuerza expresiva le valió los apodos de Il Furioso (El Furioso) o Il Terribile (El Terrible) por parte de sus contemporáneos.
Los pastores se dijeron unos a otros: “Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha dado a conocer”. (Evangelio según san Lucas 2, 15).
Obra restaurada en 2021
El martirio de san Eustaquio y su familia
Simon Vouet (1590-1649)
óleo sobre lienzo, 1635
Este cuadro de uno de los pintores más importantes del siglo XVII formaba parte del imponente altar mayor del coro, esculpido y pintado, que incluía también La apoteosis de san Eustaquio, cuadro conservado actualmente en el Museo de las Artes de Nantes.
Confiscado durante la Revolución y vendido posteriormente, El martirio de san Eustaquio volvió a ser adquirido en 1855 para la iglesia. Eustaquio, victorioso general romano, se convirtió al cristianismo tras la aparición de un ciervo con una cruz luminosa entre sus astas. Por su fe, él y su familia fueron condenados a morir en la hoguera.
El que pierda su vida por mi causa, la hallará. (Evangelio según san Mateo 16, 25).
Cuadro restaurado en 2022 con el apoyo de la Fundación Frédéric de Sainte Opportune.
La adoración de los pastores
Étienne de Lavallée-Poussin (1735-1802)
óleo sobre lienzo, 1789
Se trata probablemente de un ejercicio de evaluación inicial, primera etapa para convertirse en miembro de la Real Academia de Pintura y Escultura, que el artista presentó en el Salón de 1789. Estaba acompañado por la obra de evaluación final, El regreso del joven Tobías, que le permitió convertirse definitivamente en académico. La Virgen María presenta a su hijo dormido en su regazo a los pastores extasiados. La escena está impregnada de dulzura y serenidad.
Se apresuraron a ir y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre (Evangelio según san Lucas 2, 16).
Obra restaurada en 2016
El martirio de santa Inés
Alexandre-François Caminade (1783-1862)
óleo sobre lienzo, hacia 1808
Prometida al hijo del prefecto de Roma, Inés rechazó obstinadamente ese matrimonio que la habría obligado a renegar de la religión cristiana. Los romanos decidieron entonces martirizarla quemándola en una hoguera. Milagrosamente se libró de las llamas, que se volvieron contra sus verdugos, representados muertos a sus pies, pero finalmente fue degollada.
El cuadro fue adquirido por el párroco en 1808, en recuerdo del nombre original –Santa Inés– de la iglesia de San Eustaquio.
Cuadro restaurado en 2023 con el apoyo de una mecenas privada y anónima de la Fondation Avenir du Patrimoine à Paris.
Moisés golpeando la roca
Nicolas-René Jollain (1732-1804)
óleo sobre lienzo, 1783
Este cuadro ilustra un pasaje del Antiguo Testamento: conducido a través del desierto por Moisés y Aarón, el pueblo hebreo, sediento, vacila en su fe. Moisés ruega a Dios que ponga fin a sus tormentos y este responde a sus plegarias. Cuando Moisés golpea la roca, el agua brota con abundancia y la multitud, exultante, alaba el milagro.
Expuesto en el Salón de 1783, este cuadro fue enviado directamente a la iglesia de San Eustaquio. Confiscado durante la Revolución, el párroco de la iglesia volvió a comprarlo en 1808.
Entonces Moisés levantó la mano y golpeó dos veces la roca con su vara. Brotó agua en abundancia, de la cual bebieron la asamblea y el ganado. (Libro de los Números 20, 11).
Cuadro restaurado en 2023 con el apoyo de una mecenas privada y anónima de la Fondation Avenir du Patrimoine à Paris.
La salida de frutas y verduras del corazón de París, 28 de febrero de 1969
Raymond Mason (1922-2010)
resina pintada, 1971
En un decorado en relieve que reproduce el corazón de Les Halles de Victor Baltard, con la iglesia de San Eustaquio al fondo, una fila ininterrumpida de horticultores abandona el lugar, llevándose para siempre su material y sus mercancías. Sus rostros están serios y tensos. Las frutas y verduras amontonadas, coloridas y carnosas, contrastan con la atmósfera invernal y triste de este éxodo silencioso, doloroso, que dejó al barrio huérfano al barrio y condenó a sus célebres Halles a la destrucción.
Obra restaurada en 2024
San Juan Bautista predicando en el desierto
François Lemoyne (1688-1737)
óleo sobre lienzo, 1726
Encargado por la familia de Morville para su capilla privada en la iglesia de San Eustaquio, este cuadro fue confiscado durante la Revolución y devuelto a la parroquia en 1812. San Juan Bautista aparece sentado de manera inestable, con el rostro apacible y sin huellas de sus largos años de privación, señalando la cruz que sostiene. Este gesto recuerda que es el profeta que anunció la llegada de Jesús. La alegre luz del sol matinal, la vegetación frondosa y la sutileza de los colores son característicos del arte de Lemoyne y de su época.
Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. (Evangelio según san Mateo 3, 3 y Libro de Isaías 40, 3sv).
Obra restaurada en 2017 con el apoyo de la Fondation pour la Sauvegarde de l’Art Français.
San Germán y santa Genoveva
Sébastien Bourdon (1616-1671)
óleo sobre lienzo, hacia 1640-1650
Cuatro cuadros de Sébastien Bourdon se encontraban originalmente en el convento de los Mínimos de Passy en París, hoy desaparecido. Incautados durante la Revolución, fueron dispersados y vendidos a precios tan bajos que suscitaron la indignación. El lienzo conservado en San Eustaquio representa un episodio de la vida de santa Genoveva, patrona de París. Arrodillada y meditabunda, la joven pastora es consagrada a Dios por san Germán, obispo de Auxerre, conmovido por su piedad infantil, pero ya sincera y profunda.